EL ESCÉPTICO
DIGITAL
Boletín electrónico de Ciencia,
Escepticismo y Crítica a la Pseudociencia © 2000-2004
ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico http://www.arp-sapc.org/
Edición 1999 - Número 1
SUMARIO
LAS
CARAS DE BÉLMEZ: HISTORIA DE UNA IDA Y UNA VUELTA Fernando
Frías Sánchez TEMA: Caras
de Bélmez
16 de noviembre de 1971. El diario
"Ideal de Granada" publicaba la primera crónica sobre "un
rostro que aparece y desaparece en un fogón" (1). Era la
primera de las muchas noticias que los medios ofrecieron
y, por increíble que parezca, siguen ofreciendo sobre las
llamadas "Caras de Bélmez".
Y decimos que parece
increíble porque en aquella misma crónica del "Ideal de
Granada" se daban ya algunas de las pistas para
desentrañar el origen de un fenómeno mucho menos
"paranormal" de lo que nos han querido presentar: "la
mujer vende fotos en su casa a 10 pesetas cada una"; "la
gente acude continuamente desde hace 20 días"; "aumentan
las ventas de los comercios"; "se piensa ya en la
promoción turística..."
Los "Caras de Bélmez"
Y
es que, si algo caracterizó el fenómeno de las "Caras" desde
el primer momento, fue su rápida comercialización. El
negocio de las fotos fue aumentando, y de primero cinco y
luego diez pesetas por foto (de las de entonces,
incrementadas en "la voluntad") se pasó a quince (2), a las
que había que sumar otras diez que los propietarios de la
casa cobraban como "entrada" (3). Eran otros tiempos,
desde luego; la inflación llevó a que los miembros de
Alternativa Racional a las Pseudociencias que visitaron la
casa en 1986 pagasen una "voluntad" de 500 Pts., que en
1992, como cuenta el investigador César Tort, habían
llegado ya a 5.000 (3).
Claro que el fotógrafo de
Bélmez o la familia de María Gómez no fueron los únicos en
sacar partido del fenómeno: en febrero de 1972 "La actualidad
española" cifraba en cincuenta o sesenta mil los
visitantes que habían acudido ya al pueblo a ver las
"Caras" (4), y un año después "Lecturas" hablaba de mil
personas diarias y cinco mil los fines de semana (5). Una
afluencia de curiosos que suponía, como reflejaba la
prensa de entonces, un auténtico maná para el pueblo, y
que hizo que las "Caras" fueran calificadas por algún
periodista como "truco publicitario, sacaperras y engañabobos"
ideado a propósito para atraer a los turistas
(6).
Cosa que, sorprendentemente, no llamó la atención
de los muchos investigadores de lo paranormal que
acudieron a Bélmez a estudiar el fenómeno. O bueno, quizá
no tan sorprendentemente: en muchos casos estas
investigaciones se han traducido en libros, artículos,
programas de radio y televisión y, en fin, todos esos
mecanismos habituales con los que los vendedores de
misterios nos, ejem, venden los misterios.
Porque lo
que nos venden es eso, misterios, no investigaciones. Un
repaso a las que se han ido publicando nos permite
comprobar que en cuanto a rigor metodológico la gran
mayoría de ellas están más o menos a la altura de las que
podrían haber hecho Mortadelo y Filemón... con un toquecito de
Rompetechos, eso sí.
Comienza la romería
Los
primeros investigadores de lo paranormal acudieron nada más
hacerse público el fenómeno de las "Caras". La prensa nos
relata la presencia de un tal "Uttama Sitkari" (que en
realidad se llamaba Joaquín Grau, pero hay que reconocer
que su pseudónimo místico impresiona mucho más), de García
Carbajo, Julián del Monte e incluso un misterioso "sabio
alemán" que se dedicaba a "investigar casos raros".
Parapsicólogos, hipnotizadores, mediums, contactados y
chalados de la más diversa especie se presentaron en
Bélmez para grabar psicofonías, entrar en trance, hablar
con los marcianos y, en general, contar las tonterías más
variopintas.
Sin embargo, de entre todo ese
batiburrillo emergen dos polos bien definidos, los que
podríamos calificar como "científico" y "paracientífico".
El primero de ellos se concentra casi exclusivamente en la
persona del químico Ángel Viñas; en el segundo, destaca
ante todo Germán de Argumosa.
Como era de esperar, sus
planteamientos son radicalmente opuestos. Ángel Viñas
parte de un valioso dato proporcionado por el arqueólogo Juan
Laguna, y que ha sido sistemáticamente ignorado hasta
ahora: su estudio estratigráfico permitió comprobar que la
pigmentación que formaba las "Caras" se encontraba
exclusivamente en la capa más superficial del cemento, sin
sobrepasar una profundidad de dos milímetros, lo que
descartaba cualquier tipo de "efluvio" procedente del
subsuelo y, desde luego, apuntaba a la posibilidad de que
hubieran sido pintadas. Por consiguiente, Viñas se dedica
a la tarea de encontrar el pigmento empleado.
Argumosa,
sin embargo, descarta la posibilidad de un fraude. En parte
porque su colaborador, el pintor Fernando Calderón,
aseguraba tajantemente que de tratarse de una pintura el
autor debía ser un auténtico genio (apreciación que, a la
vista de las fotografías de las "Caras", resulta quizás un
poquitín exagerada). Pero, sobre todo, porque tenía
pruebas del origen paranormal del fenómeno: las
psicofonías.
Estrictamente hablando, las psicofonías
son una evidencia cuanto menos dudosa. Al fin y al cabo,
establecer que un fenómeno es paranormal apelando a una
"prueba" también paranormal es como afirmar que existen los
pitufos basándonos en el testimonio del Ratoncito Pérez.
Añadamos que, en el caso de Bélmez, algunas de las
psicofonías registradas parecían apuntar no al Más Allá,
sino al "más acá": en una de ellas, la voz pide a una tal
Sofía que le busque un hotel, necesidad que parece un
tanto extraña para un espíritu, pero que resultaba muy
natural en uno de los muchos turistas que abarrotaban el
pueblo (7).
Por otra parte, las psicofonías, las
sesiones "mediúmnicas", el péndulo y demás métodos
paranormales tienen otro grave inconveniente, raramente puesto
de manifiesto: que sirven tanto para afirmar como para
negar el fenómeno. Al fin y al cabo, ¿por qué hay que
darle más validez a las conclusiones de Germán de
Argumosa, entonces creyente en la realidad paranormal de las
"Caras", que a las de la médium "Salomé", que tras ser
hipnotizada por García Carbajo declaró que todo era un
fraude? (8).
Claro que la conclusión de "Salomé" fue la
excepción: la inmensa mayoría de los investigadores
paranormales se decantaron por explicaciones a cual más
esperpéntica para un fenómeno que cada vez atraía más a
los curiosos... y mosqueaba más a los científicos. Y es
que las evidencias se acumulaban: la prensa comenzaba a
hablar de la actitud extraña de los dueños de la casa, de
codazos disimulados, de alguien a quien se le manchó el
dedo al tocar una de las caras... En fin, del proverbial
"gato encerrado".
Los gatos encerrados.
O, para
ser más precisos, de los gatos encerrados, porque parece que
hubo varios. El primero de ellos fue el que dio a conocer
el diario "Pueblo" el 25 de febrero de 1972: el químico
Sr. Viñas había conseguido reproducir una "Cara de Bélmez"
utilizando cloruro y nitrato de plata. Los productos
empleados, muy comunes en fotografía, se oscurecen al
recibir la luz ultravioleta, lo que explicaba la
"misteriosa" formación y evolución de las "Caras" y, de
paso, sugería que la vinculación del fotógrafo de Bélmez con
el fenómeno no se limitaba al negocio de las
fotografías.
La reacción ante la noticia no se hizo
esperar: los propietarios de la casa de las "Caras" y una
buena parte de los habitantes del pueblo se pusieron en
contra de "Pueblo" y de la prensa en general, llegando
incluso a manifestarse públicamente (9). Y aunque la
mayoría de los investigadores de lo paranormal se
limitaron a retirarse lo más discretamente posible, no
faltaron quienes siguieron defendiendo a capa y espada la
realidad paranormal del fenómeno.
Y eso que no lo
tenían nada fácil: por aquella época también investigaba en
el pueblo la "Comisión Eridani", liderada por José Luis
Jordán Peña y compuesta, entre otros, por varios expertos
en hormigón. Y cuyas conclusiones también apuntaban al
fraude, si bien diferían notablemente en cuanto a los
productos empleados en el trazado de las "Caras": Jordán Peña
habla de disolventes en el caso de la conocida como "el
viejo", y de una mezcla de hollín y vinagre para la
llamada "el Señor de la Vida", de la que asegura que
incluso se pudo determinar el grosor de las cerdas del pincel
empleado (10).
Sin embargo, los creyentes en lo
paranormal no podían aceptar estas explicaciones. Y, como
es natural, intentaron refutarlas. Para lo cual, además de
nuevas psicofonías, sesiones espiritistas y demás, acudieron a
dos de las evidencias "estrella" a favor del caso Bélmez:
el acta del Notario de Huelma y los análisis químicos del
padre Pilón.
Las pruebas "irrefutables".
En
julio de 1973, los investigadores Germán de Argumosa y Hans
Bender procedieron al fotografiado íntegro del suelo de la
cocina de la casa de las "Caras". A continuación, y en
presencia del Notario de Huelma, procedieron a precintar
dicha estancia, precinto que no se abriría hasta el 12 de
septiembre. El Notario dio fe de la integridad de los
precintos y de cómo, una vez rotos, se pudo comprobar la
existencia de algunas variaciones respecto a las
fotografías, como la aparición de varios dibujos (descritos
como "signos"), una "Cara" nueva y tres en
formación.
Una prueba impresionante... para los
creyentes en el misterio, claro. Para los críticos, en
cambio, la cosa no es para tanto: aun suponiendo que nadie
accediera a la casa (cosa mucho más sencilla de lo que
parece, a pesar de lo aparatoso de los precintos
notariales), cualquier químico con un mínimo de
experiencia podría haber pintado las nuevas "Caras" con
productos que fueran oscureciéndose lenta y
progresivamente. Y es que, por mucho que se citen, las
Actas Notariales sólo dan fe de eso: de que se cerró la casa y
de que tras abrirla se observaron algunos cambios en las
"Caras", pero no sirve para testimoniar que estos cambios
tuvieran un auténtico origen sobrenatural.
Y
tampoco lo tienen los análisis químicos. El más conocido es,
sin duda, el llevado a cabo por el Instituto de la
Cerámica y el Vidrio del CESIC, en 1991, por encargo del
padre Pilón. Un estudio, desde luego, ejemplar: muestra
perfectamente cómo se hacen las cosas en parapsicología, que
es precisamente como no deberían hacerse. Y es que a la
nula ausencia de controles en cuanto a la toma de muestras
se añaden detalles tan rocambolescos como el hecho de que
fueran remitidas al laboratorio en un sobre normal y en un
sobrecito de azúcar. Todo muy científico, claro.
Como
las interpretaciones a que ha dado lugar el análisis.
Partiendo de sus resultados, los investigadores
paranormales son tajantes a la hora de afirmar que no
había rastro alguno de pintura. Los químicos, en cambio,
tienen otra opinión: Luis Ruiz Nogués destaca que en el
análisis aparecen cantidades nada despreciables de zinc,
cromo y plomo, cationes ampliamente utilizados en la
fabricación de pinturas (11).
Las vacas
flacas.
El de 1991 no fue el único análisis químico
efectuado sobre las "Caras", y desde 1972 hasta ahora han
sido multitud los libros, artículos y reseñas publicados
sobre el fenómeno. Sin embargo, las novedades pasan pronto, y
más cuando, como en el caso de Bélmez, se trata de
"misterios" de una cutrez tan extrema: la gente acabó
cansándose de ver aquellas figuras mal trazadas
(especialmente tras la salida de escena del fotógrafo,
cuyo hijo, según las gentes del lugar, dibujaba muy bien),
de misterios de tercera regional y de un "Más Allá" que
parecía más propio de una película de Berlanga que de la
modernidad hacia la que poco a poco se iba moviendo
nuestro país. De modo que las "Caras" vivieron largos años
de vacas flacas. Y aunque de vez en cuando alguna cadena
de televisión despistada dedicase unos minutos a la cocina
de María Gómez, o algún periodista extranjero acudiese a ver
el profundo misterio de la "España profunda", lo cierto es
que ni siquiera apariciones tan sonadas como las de los
rostros de Franco o Isabel Preysler pudieron reavivar el
fenómeno. De Germán de Argumosa o la "Comisión Eridani" se
pasó a Iker Jiménez o la Sociedad Española de
Investigaciones Parapsicológicas, de las páginas del
"Journal of the Society for Psychical Research" se pasó a
las de "Más Allá" o "Año Cero". En suma, las "Caras de
Bélmez" parecían haber tocado fondo.
Hasta octubre de
2004.
Historia de una vuelta.
Enero de 2004.
María Gómez Cámara, la dueña de las "Caras de Bélmez",
fallece víctima de una larga enfermedad, y su muerte
proporciona una tímida reaparición del fenómeno en las
agencias de noticias. Los periódicos se hacen eco del
fallecimiento, las revistas publican unos cuantos refritos
sobre las "Caras", y hasta alguna televisión nos obsequia
con una entrevista al inefable Pedro Amorós, presidente de
la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas
(o "el" SEIP, como él mismo la llama) y, por lo visto,
máximo experto en el tema de las "Caras", lo cual demuestra
hasta qué extremos de degradación había llegado el
fenómeno.
Sin embargo, lo cierto es que aquello volvió
a despertar un tímido interés en los curiosos, que
volvieron a Bélmez a contemplar las "psicoplastias". Y,
como en aquel lejano 1972, hubo quien vio en las "Caras"
un excelente atractivo turístico para el pueblo.
Y
comenzó de nuevo la historia. Al igual que en 1972, las
autoridades locales, encantadas con aquel flujo de
turistas dispuestos a dejarse tomar el pelo por las
historias paranormales, pero también a dejarse los dineros
en el pueblo, prometieron crear un Centro de Investigación
dedicado a las "Caras". A promocionar las "Caras", se
sobreentiende, que no es cosa de tirar piedras sobre el
propio tejado, y parece evidente que semejante Centro
jamás permitiría una investigación seria y genuina. Sólo
las de grupetes como la SEIP.
Grupo que, en justa
correspondencia, proporcionó al tirón turístico de las
"Caras" un nuevo aliciente: en octubre de 2004 Pedro
Amorós anunció triunfalmente que habían aparecido nuevos
rostros misteriosos. Unos rostros, además, muy distintos
de las manchas de humedad que tan concienzudamente había
estudiado la SEIP hasta ese momento (12); se trataba de caras
razonablemente bien perfiladas, y que conservaban bastante
del misterioso atractivo de las que aparecieron en
1972.
Y también cambiaba, eso sí, el escenario: ya no
aparecían en la casa de siempre, sino en otra, la casa
natal de María Gómez. Un cambio que para los
investigadores paranormales encierra un enorme misterio,
aunque para los que se han tomado la molestia de
investigar menos "paranormalmente" puede ser bastante
explicable: el Ayuntamiento de Bélmez pretendía adquirir la
"casa de las Caras" original, pero el precio prohibitivo
que los herederos de María Gómez pedían por ella hacía que
la operación fuera poco más o menos que imposible. Y,
miren por dónde, la aparición de las nuevas "Caras" en
otra casa mucho más barata ha permitido que por fin la
alcaldesa pueda llevar a cabo su sueño de comprar una casa
encantada. ¡Qué casualidad!
Como también era casualidad
que pocos días después apareciera una nueva edición de un
libro sobre las "Caras" perpetrado por miembros de la SEIP.
Cosas que pasan.
Pero, con todo, la casualidad más
gorda, la madre de todas las casualidades, estaba aún por
conocerse. La narra Francisco Máñez en su artículo "Las
nuevas Caras de Bélmez no son de origen paranormal",
recogido en este mismo número de "El Escéptico Digital". Y
la han omitido cuidadosamente todos esos medios de
comunicación que se han apresurado a publicar las noticias
sobre las apariciones de nuevas "Caras". Tal y como dice
Francisco Máñez, las "Caras" recién descubiertas son
igualitas, igualitas, que las que él mismo ha realizado
con un sencillo método que empleaba cuando era un crío. Método
que, y aquí está la sobrecogedora casualidad, él mismo
enseñó a Pedro Amorós y los restantes miembros de la SEIP
con motivo de una visita a Bélmez, justo antes de que
Amorós hiciera público su descubrimiento.
En fin, que
ya tenemos completa la historia de una ida y una vuelta. Lo
que empezó como un tosco fraude, aprovechado para
promocionar el turismo, se ha convertido de nuevo en un
tosco fraude, aprovechado para promocionar el turismo.
Treinta y dos años después, todo sigue igual. Lleno de caras
de cemento.
A modo de posdata.
Cuando
escribo estas líneas, las últimas noticias sobre Bélmez siguen
hablando de nuevas "Caras". Sólo que esta vez han
aparecido en nada menos que quince casas del pueblo. ¿Será
la Sierra Mágina un vórtice de energías ectoplásmicas,
telúricas y transdimensionales? ¿Querrán los lugareños sacar
también su tajada del negocio? ¿O, simplemente, quieren
lanzar a la SEIP y a la alcaldesa el mensaje de que ellos
-a diferencia de tantos y tantos medios de comunicación-
no están dispuestos a dejarse tomar el
pelo?
NOTAS: (1) "Ideal de Granada", 16-09-1971.
Ésta y las restantes referencias a las crónicas
periodísticas de la época están tomadas de "Sociología del
Milagro. Las caras de Bélmez", de Manuel Martín Serrano
(Barral Editores, 1972. (2) "Pueblo", 01-02-1972. (3)
"Lecturas", 03-03-1972. La revista indica también que en el
pueblo se comenta que desde que comenzó el fenómeno la
familia de María Gómez llevaba ingresadas más de
doscientas cincuenta mil pesetas en la Caja de Ahorros. (3)
César Tort, "Bélmez Faces Turned Out to Be Suspiciously
'Picturelike' Images", Skeptical Inquirer, marzo-abril
1995. (4) "La actualidad española", 10-02-1972. (5)
"Lecturas", 03-03-1972. (6) Diario "Ya", 26-02-1972. (7)
"El Alcázar", 23-02-1972. Sorprendentemente, quien narra esta
extraña "psicofonía" es un hijo de Juan y María, los
dueños de la casa de las "Caras". Por otro lado, la
edición de "Pueblo" del día anterior recogía unas
declaraciones de los señores Viñas y del Monte en las que
calificaban la cocina de la casa como "una caja de
resonancia", y la calle adyacente como "una caja de
guitarra". (8) "Pueblo", 21-02-1972. (9) Véase, por
ejemplo, el diario "Pueblo" de 28-02-1972. (10) José Luis
Jordán Peña, "Espíritus y duendes: las casas encantadas"
(1980). Jordán Peña indica que esta conclusión fue
confirmada por las revelaciones confidenciales que le hizo
una autoridad local. Véase también el artículo "Otro punto
de vista sobre las Caras de Bélmez", de Juan Anguita, en
"El Escéptico Digital", Año 2004, n.º 7. (11) César Tort y
Luis Ruiz Nogués, "Are the Faces of Bélmez Permanent
Paranormal Objects", Journal of the Society for Psychical
Research, Julio 1995. Hay que destacar, no obstante, que
Tort y Ruiz Nogués se inclinan más a favor de las
hipótesis de Jordán Peña. (12) Véase "Los gatos de Bélmez",
por María Dolores Cárdenas
(http://www.arp-sapc.org/articulos/gatosBelmez.html).
LAS
NUEVAS CARAS DE BÉLMEZ "NO TIENEN ORIGEN PARANORMAL
TEMA:
Adicciones
-Dependencias- URL: http://www.diariojaen.es/provin/provin3.htm
(Artículo publicado originalmente en
"Diario de Jaén")
Voz discrepante. Un investigador de
fenómenos parapsicológicos cuestiona la autenticidad de
las nuevas caras descubiertas en la casa donde nació María
Gómez Cámara en Bélmez de la Moraleda.
Francisco
Máñez asegura que las teleplastias encontradas recientemente
por el equipo de la Sociedad Española de Investigaciones
Parapsicológicas (Seip), encabezado por Pedro Amorós, "son
una mala interpretación de un fenómeno
natural".
Juan A. Siles Barranco / Jaén
Máñez
afirma que las imágenes descubiertas en el suelo de la
vivienda número 7 de la calle Cervantes pueden
reproducirse mediante una "técnica casera". El método que
presenta consiste en "esparcir una capa de cemento sobre una
superficie, humedecerla levemente con agua y, sobre las
machas de humedad que salen una vez que se evapora el
agua, realizar trazos para formar la figura
deseada".
Incluso, insiste en que, después de publicar
la información en internet, "bastantes personas han hecho
pruebas con cemento en sus casas y les han salido muchas
cosas". De hecho, el investigador concreta que el experimento
se puede realizar "en minutos" y las figuras quedan
impresas en el hormigón "en cuestión de horas".
"Mi
opinión es que las nuevas caras de Bélmez no son de origen
paranormal, sino que se pueden hacer en cualquier casa.
Sólo es cuestión de mojar una superficie de hormigón o
cemento, buscar manchas que recuerden a caras y humedecer
las zonas que parecen barbillas, ojos, pelo, nariz y boca. Es
más, si se hace con aceite se quedarán fijas para
siempre", concreta Máñez.
Caras primigenias
En
cuanto a la autenticidad del fenómeno paranormal de las caras
primigenias, las que salieron el 23 de agosto de 1971 en
la casa donde vivía María Gómez, en el número 5 de la
calle Real, Francisco Máñez no se pronuncia, aunque sí
cuestiona el carácter parapsicológico de este nuevo
hallazgo. "Estuve en Bélmez de la Moraleda para poner en
práctica mi método en la casa de las caras, pero no pude
hacer nada porque el suelo tenía una protección, no sé
exactamente con qué, que lo hacía impermeable", matiza.
"Por suerte, la sobrina de María, Felipa Gómez, nos llamó
para que viéramos el inmueble donde vivió su tía. Al final
de la vivienda se encontraba un trozo de suelo similar al
de la famosa casa de las caras, formado por hormigón y sin
ninguna capa protectora", añade Francisco Máñez.
El
investigador continúa con su explicación al relatar que,
"junto a Pedro Amorós y Pedro Fernández", mojaron el suelo
con una fregona y esperaron a que se secara. "Como era de
esperar aparecieron manchas que recordaban a rostros.
Entonces, con un pincel humedecí las zonas que yo veía como
parte de esos rostros", concluye Máñez. Al respecto, hace
hincapié en que la diferencia entre las teleplastias de la
nueva casa y la originaria estriba en que en la primera
"se observa algo que parece una cara", mientras que en la
vivienda de María "sí se ven rostros".
Francisco Máñez
ingresó en la Sociedad Valenciana de Investigación
Parapsicológica y Ufología en 1989. Fue su presidente en
1991 y ha publicado varios libros, como "La razón duerme"
o "Informe Norton".
Bélmez de la Moraleda vuelve a ser
noticia después de treinta y tres años de la aparición de
sus famosas caras en la vivienda número 5 de la calle Real y
tras ocho meses del fallecimiento de María Gómez Cámara.
Un fenómeno largamente investigado por famosos expertos
nacionales e internacionales.
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